Gracias, Kike y Pili, es todo lo horrible que se puede imaginar. Llevaba conmigo toda su vida, desde los tres meses. Lo adoraba y él a mi. Era muy cariñoso, divertido y activo. Salíamos al monte todas las semanas y lo pasaba pipa correteando y persiguiendo rastros de ciervos y corzos, abundantes por aquí.
Lo echo tantísimo de menos.